sábado, 5 de agosto de 2017

TIEMPO Y LECTURA




Hoy, mientras escribía unas líneas en mi trabajo sobre Democracia Participativa, no he podido más que pensar sobre quien me lee y por qué.
El lector medio español, no puedo opinar sobre el resto de Europa, no pasa de leer los titulares de cualquier artículo, sea relacionado con la política, o de interés científico o social. Es difícil encontrar alguien que lea, no ya el artículo entero sino los primeros o últimos párrafos, y aún más quien se lo haya leído entero.
Cuando escribimos sobre temas complejos, intentamos ser lo más amenos y escuetos posible, lo primero para llegar al público en general; lo segundo para no asustar al posible lector, ya que si el trabajo ocupa más de dos páginas, no pasa del título. Y si por sus características tiene que ser largo, no nos queda otra que separarlo con gráficos, o de lo contrario pasará sin pena ni gloria.

Con mis pequeños artículos sobre economía he conseguido bastante seguimiento, creo que gracias a haber entendido el problema. Esos artículos los redacto con lenguaje llano y ameno, sin apenas tecnicismos. Quizá haya sido haber estudiado economía sin trabajar como tal, lo que me ha brindado la posibilidad de escribir con el lenguaje llano, de quien entiende de bolsillo y del mercado de legumbres, pero sin entrar en el mundo de la Deuda Subordinada, los Híbridos de Capital, los Activos Subyacentes o los Derivados Financieros. Porque al lector le puedes hablar de deuda o de capital, pero en cuanto entras a lo de subordinada o de híbridos, lo primero que piensa es que no vale la pena seguir porque no lo entenderá; y si por casualidad indaga, descubre que se lo podrían haber explicado de otro modo, y que si no lo han hecho es porque son estúpidos o solo querían tomarle el pelo.

Para el que me sigue un poco, no aquí sino en los artículos que he escrito en Pirates de l’Hospitalet, le será fácil entender que podría haber escrito un libro sobre economía; sin embargo, he preferido ir escribiendo pequeños artículos sobre temas concretos y a medida que la sociedad los demandaba.
Pero ahora, ante el desafío de escribir sobre Democracia Participativa, un tema en el que creo estar más preparado, no veo cómo puedo fraccionarlo y hacerlo ameno.
La Democracia Participativa no creo que merezca un libro, a no ser que queramos explicar todos los procesos participativos, sus variables y las circunstancias que los acompañaron. Con diez páginas habrá suficiente, pero son muchas, muchísimas, para la mayoría de los posibles lectores.
El mismo tema ya descubre el problema. En las ciudades españolas donde se ha implementado un sistema participativo, la implicación ha sido menor que para organizar cualquier acto lúdico. En las ciudades catalanas se implica más gente en los correfocs que en los presupuestos participativos.


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